jueves, 11 de marzo de 2010

PNEUMATOLOGIA, 3RA. PARTE

4. LA PNEUMATOLOGIA EN EL PERIODO DE LA PATRISTICA Y TEOLOGIA MEDIEVAL.

La patrística es la fase en la historia de la organización y la teología cristiana que abarca desde el fin del cristianismo primitivo, con la consolidación del canon neotestamentario, hasta alrededor del siglo VIII. Además de la elucidación progresiva del dogma cristiano, la patrística se ocupó sobre todo de la apología o defensa del cristianismo frente a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas que darían lugar a las herejías luego. Su nombre deriva de los padres de la Iglesia, los teólogos cuya interpretación dominaría la historia del dogma.

En este encontramos poco que vaya más allá de la concepción bíblica del Espíritu Santo. Los padres apostólicos reflejan la idea del NT de que el Espíritu es operativo en la iglesia, inspirando la profecía y de otro modo obrando en los individuos.

A los profetas cristianos itinerantes se los trata como una realidad presente en la Didajé (libro deuterocanonico que contiene la enseñanza de los 12 apostoles), pero con el tiempo tales carismas se consideraron teóricos.

La visión de que el espíritu de profecía del AT es uno y mismo Espíritu Santo que inspiró los apóstoles se encuentra periódicamente, y los apóstoles surgen como "portadores del Espíritu" (pneumatophoroi), designación dada a los profetas del AT (en la version LXX). Todavía en el siglo IV se atribuía al Espíritu Santo la autoridad de la iglesia, e incluso la inspiración de ciertas escrituras no canónicas.

Aunque la fórmula "trinitaria" de Mat. 28:19 se encuentra en los padres apostólicos, la palabra "Trinidad" fue aplicada por primera vez a Dios por Teófilo de Antioquía (A Autólico, 2:15)3. Tertuliano enseñó claramente la divinidad del Espíritu Santo, afirmación que durante mil años involucraría a la iglesia en discusiones. Tertuliano lidió con el problema de la tensión entre la autoridad del Espíritu en la iglesia versus la tradición apostólica y la Escritura como revelación recibida. Durante un tiempo este autor adhirió al montanismo, sistema que otorgaba la mayor importancia a la inspiración actual del Espíritu en el cuerpo; la iglesia, sin embargo, rechazó el montanismo en el favor de la autoridad objetiva de la tradición apostólica según lo reflejado en la Escritura, y el montanismo finalmente se extinguió.

La postura de la iglesia contra la herejía montanista fue en gran parte responsable del fin de la profecía cristiana y otros carismas: sobre esto, el Canon Muratorio sostiene que el número de profetas está fijado, e incluso la tradición apostólica de Hipólito, que sitúa el liderazgo carismático por sobre la estructura eclesiástica, restringe el término "profeta" enteramente a los profetas canónicos. A fines del siglo IV Juan Crisóstomo podía hablar de los dones espirituales como pertenecientes a una época pasada.

En el período inmediatamente anterior a Nicea la iglesia estaba preocupada de las famosas "controversias Cristológicas" y prestó escasa atención a una doctrina del Espíritu Santo. El Credo de Nicea confiesa fe en elEspíritu Santo, pero sin desarrollo alguno de la idea de su divinidad, o lazo esencial entre el Padre y el Hijo. Esto pasó a ser cuestión importante en la iglesia a fines del siglo IV y posteriormente, y el Concilio de Constantinopla hizo un agregado a las palabra del Credo Nicénico describiendo al Espíritu Santo como "Señor y dador de vida, procedente del Padre, para ser adorado y glorificado junto con el Padre y el Hijo". Surgió entonces una controversia acerca de la fuente del Espíritu, específicamente respecto de si no debiera confesársele también como "procedente del Hijo".

Siguiendo las enseñanzas de Agustín, la expresión filioque ("y del Hijo") fué agregada a dicho Credo por la iglesia occidental en el Concilio de Toledo en 589; la iglesia de Oriente rechazó la doctrina del filioque, y el Credo constituyó un argumento confesional para el cisma entre Oriente y Occidente, que ya había ocurrido en la práctica.

 
5.  LA PNEUMATOLOGIA EN LA EPOCA DE LA REFORMA PROTESTANTE.

Aunque para la teología medieval hubo otros aspectos de importancia en las obras del Espíritu, incluyendo la santificación y la iluminación, no fue hasta la Reforma que la labor del Espíritu en la iglesia fue verdaderamente redescubierta. Esto se debió al menos en parte al rechazo al dogma de Roma relativo a la tradición de la iglesia como garante de la interpretación correcta de la Escritura y de la formación de la verdadera doctrina. Esta reacción condujo al énfasis de la Reforma en la idea de sola Scriptura y la actividad del Espíritu en la salvación, con independencia de la "ininterrumpida sucesión desde Cristo" de la Iglesia Católica. Si bien Lutero repudió el "entusiasmo" (la subjetiva pretensión de guía directa del Espíritu, independientemente de la Escritura o de la estructura de la iglesia), acentuó el Espíritu sobre la estructura, y entendió que el Espíritu actúa mediante la palabra, sobre todo en la predicación y en los sacramentos, y por lo tanto en la salvación.
El Espíritu trabaja en la salvación induciendo al alma a la confianza, por la fe, en Cristo. La fe misma es un don místico de Dios por la cual los creyentes “mit Gott ein Kuche werden” (se amasan en una sola torta con Dios). Sin la gracia y trabajo del Espíritu el hombre es incapaz de hacerse aceptable a Dios o de tener fe salvífica. Esto lo logra el Espíritu Santo con la palabra de Dios. La salvación es así un don concedido por la gracia de Dios, y Lutero implica que la palabra (el evangelio) predicada es sobre todo la palabra eficaz de Dios después de que el Espíritu actúa sobre el corazón del oyente. Para Lutero la palabra es el sacramento principal, porque la fe y el Espíritu Santo se transfieren con la predicación y la enseñanza del evangelio (Rom 10:17); el bautismo y la Cena del Señor son muestras del "sacramento de la palabra", en cuanto proclaman la palabra de Dios.

Lutero favoreció la palabra predicada por sobre la escrita, pero no creyó que fueran mutuamente excluyentes. Para ser cristiana, la predicación de la iglesia tenía que ser fiel a la Escritura; pero para ser fiel a Escritura, la iglesia tenía que predicar.

La palabra, sobre todo el Logos encarnado, es el conducto de Dios para el Espíritu. El hombre lleva la palabra de la Escritura al oído, pero Dios infunde su Espíritu en el corazón; la palabra de la Escritura se convierte así en la Palabra de Dios. Nadie puede entender cabalmente la palabra de la Escritura sin la labor del Espíritu: allí donde está la palabra, el Espíritu inevitablemente le sigue; el Espíritu no opera independientemente de la palabra. Lutero se opuso a la drástica distinción de los entusiastas entre palabra interna y externa; por otra parte, rechazó la idea católica romana de identificar al Espíritu con la operatoria de la iglesia, y de que los sacramentos son eficaces en y por sí mismos (ex opere operato). Así el Espíritu hace a Cristo presente en los sacramentos y en la Escritura; sólo cuando el Espíritu hace a Cristo presente en la palabra ésta es la Palabra viva de Dios. Si no, la Escritura es una carta, una ley, es meramente descriptiva, es sólo historia; predicada, la palabra es evangelio (como distinto de ley); el Espíritu la hace tal.

El Espíritu no está limitado a la palabra; existe en gloria eterna de Dios, lejos de la Palabra y de nuestro mundo. Pero como Espíritu que revela, no viene sin la palabra.

Con pocas excepciones, Melanchthon siguió a Lutero; aunque permitió más amplitud que éste a la respuesta del hombre al evangelio, enfatizó el actuar primario del Espíritu en la salvación. Melanchthon mostró más flexibilidad que Lutero respecto a la presencia real en la Cena del Señor, pero estaba básicamente de acuerdo con Lutero.

Calvino sostenía que el Espíritu trabaja en la regeneración para iluminar la mente para recibir los beneficios de Cristo, y los sella en el corazón. Por el Espíritu el corazón de un hombre se abre al poder penetrador de la palabra y de los sacramentos. Calvino fue más allá de Lutero al afirmar no sólo que la palabra predicada es el agente del Espíritu, sino que la Biblia es en su esencia la palabra de Dios. El Espíritu obra en la lectura de la Escritura así como en la predicación de la palabra, y la palabra, predicada o leída, es eficaz a través del trabajo del Espíritu Santo.

El origen divino de la Escritura es certificado por el testimonio del Espíritu; la Escritura es la palabra de Dios dada mediante la guía del Espíritu a través del limitado decir humano.

6 - LA PNEUMATOLOGIA EN EL PERIODO MODERNO.

Mientras que en el siglo XVII el puritanismo radical dio origen a los Cuáqueros con su énfasis en la experiencia subjetiva del Espíritu Santo, tal que la Escritura es sólo una fuente secundaria de conocimiento para la fe y la práctica, el Metodismo del siglo XVIII fue un acercamiento más equilibrado a la acción del Espíritu. El foco del Metodismo posterior en el trabajo del Espíritu luego de la conversión, como experiencia de la gracia divina, ha sido desarrollado por el Movimiento de Santidad moderno, representado por las iglesias de la Asociación Cristiana de Santidad.

Otro desarrollo que se puede remontar al énfasis metodista en la santificación es el renacimiento del Pentecostalismo en el siglo XX.  Surgiendo de énfasis anteriores en la "segunda experiencia", el pentecostalismo ha otorgado gran importancia al "bautismo del Espíritu Santo", que se considera la culminación de un proceso en dos etapas de la salvación. Desde el inicio de este movimiento moderno a principios de siglo, el hablar en lenguas ha sido proclamada la principal señal del bautismo del Espíritu, si bien también da importancia a otros "dones del Espíritu", en especial el de sanación. Desde sus comienzos fundamentalistas / biblicistas, el movimiento pentecostalista se ha desarrollado hacia lo que libremente se llama movimiento carismático, que ahora toca todo el Protestantismo y ha incursionado en el catolicismo. Este movimiento generalmente proclama una clara experiencia del "bautismo del Espíritu" y, como norma, considera al hablar en lenguas como la manifestación de esa experiencia.

Uno de los progresos más significativos del siglo XX en la comprensión del Espíritu Santo fue el del pensamiento de Karl Barth. Barth fue un teólogo protestante responsable en gran parte de la introducción de la neo-ortodoxia, la llamada teología dialéctica o de la crisis. El y otros rompieron con el liberalismo clásico en las primeras décadas del siglo XX, negando la teología liberal de la piadosa autoconciencia religiosa, su antropocentrismo.

Barth acentuó la "infinita diferencia cualitativa" entre el hombre y Dios, y proféticamente proclamó el "nein" de Dios a toda tentativa humana de autojustificación. La carta de Barth a los Romanos tomaba esta nota de la "crisis" del hombre, el acuse de recibo de que lo que el hombre sabe de Dios, Dios mismo lo ha revelado. Barth desarrolló su idea de la autorevelación de Dios en los términos de la doctrina de la palabra de Dios.

Lo primero y más importante, Jesús es el Logos encarnado, la Palabra de Dios. La palabra de Dios se encuentra posteriormente en la predicación del evangelio, y "entre las palabras de la Escritura". La palabra de Dios es Dios mismo en la Sagrada Escritura. La Escritura es santa y es la palabra de Dios porque por el Espíritu Santo se convirtió y se convertirá para la iglesia en testigo de la divina revelación. Este testimonio no es idéntico a la revelación; no es en sí mismo revelación, sino testimonio de ella. La fe en Jesús como el Cristo, específicamente en la resurrección de Jesús, se efectúa a través de la acción del Espíritu Santo. El subjetivo "en Espíritu" es la contraparte del objetivo "en Cristo". La gracia de Dios se manifiesta a la vez en Su revelación objetiva en Cristo, y en la subjetiva apropiación por el hombre, de esta revelación, a través del Espíritu.

Según la Escritura, la revelación de Dios ocurre en nuestro esclarecimiento por el Espíritu Santo a un conocimiento de la palabra de Dios. El derramamiento del Espíritu es revelación de Dios. En esta realidad somos libres de hijos de Dios y conocerlo, amarlo y alabarlo en su revelación. En cuanto realidad subjetiva de la revelación de Dios, el Espíritu hace posible y real la existencia del cristianismo en el mundo.

Porque, observa Barth, "allí donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (II Cor. 3:17); Dios en su libertad se descubre al hombre y así lo hace libre para él (Teología Evangélica, pp. 53 y sgts.)

7 - CONSIDERACIONES GENERALES.

Es sorprendente, pero nos encontrarnos hoy día con una visión Pnematológica que ha olvidado su historia. Hemos visto que desde los inicios de la creación hasta nuestros días, la obra del Espíritu Santo es un eje que mueve los engranajes tanto de la Revelación de Dios, como del actuar del hombre. Es tan importante conocer la función del Espíritu, que sin esta no podríamos conocer el propósito de la Encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad.

Hoy encontramos una Pneumatología más Antropocéntrica que Cristocéntrica. El Espíritu pasa a confundirse con lo “sensual” en la vida del cristiano, y no se le entiende como la esfera en la cual se desarrolla la vida del creyente. El Espíritu Santo es el Vicario de Cristo.

La realidad de la presencia de Cristo, es la realidad de la presencia del Espíritu Santo en cada creyente. Y más aún, la realidad de los dones, tanto naturales o sobrenaturales en los hombres y mujeres de este mundo, se debe a la presencia del Pneuma.

Lo anterior se entiende cuando, a través de la Pneumatología paulina, se logra percibir que estamos viviendo en una nueva era, la era del Espíritu, inaugurada con la Resurrección de Cristo. De esto seguiremos estudiando en las demas entregas.



2 comentarios:

  1. PATRISTICA. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en la “virtud” (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, para alcanzar la trascendencia humana) y la “sabiduría” (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo (helenismo cristiano), separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD

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  2. BREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO: La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad del raciocinio para hacer juicio justo de nuestras creencias, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad mediante el discernimiento de los textos bíblicos. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación para indagar “si es verdad o es mentira” que los textos bíblicos son palabra de Dios. Enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordados por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y los místicos hindúes. Sabiduría védica instruida por Buda e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas mayores (Abraham y Moisés), no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales que orienta a los místicos; es por ello, que la respuestas del dios de Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico; el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo __ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, es un semillero del mal OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, delirios, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo hipócrita, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual.

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